Rafael.
La noche de cine al aire libre en deseos se veía igual que cada viernes. Los transeúntes que iban de regreso a sus casas paraban un momento, no más de 7 minutos, para enterarse de la película a blanco y negro que se proyectaba en el edificio; cuando habían perdido toda atención en el argumento lento de la misma, seguían su camino hacia el paradero de bus. Unos cuántos que no tenían nada mejor que hacer esa noche - o no querían llegar a casa, como yo- buscaban un lugar cómodo para recostarse sobre sus bolsos convertidos en almohada, y se dejaban envolver en la historia.
Debo confesar que olvidé por completo sobre qué trataba la película, pero es que cuando Rafael llegó cualquier historia ficticia quedó opacada. No sé si se llamaba así, pero algún nombre tenía que darle a esta novela andante, y Rafael es un nombre de personaje lleno de cosas por contar.
Caminaba tambaleante, a paso lento, pero sin ninguna duda. Se sentó justo delante de mí, encorvándose como cuando un niño se sienta a ver caricaturas, tan concentrado que no parecía que notara la sangre que emanaba de una herida horriblemente abierta en su mano derecha. Me quedé observándole intentando procesar su aparición y cuando pensé que no podía ser más interesante, se sacó los zapatos como quien acaba de llegar a casa, construyó una especie de almohada con ellos y se acostó. Puso las manos encima de su pecho y fijó la vista en la pantalla. Y no se volvió a mover.
Esa noche miré varias veces hacia las personas que estaban a mi lado para ver si era la única que lo había notado, pero todos los ojos miraban en otras direcciones. Nunca me atreví a hablarle, así que nunca sabré si fue uno de esos espantos que a veces se me cruzan en la calle, o si los demás simplemente elegían no verlo. Lo cierto es, que aunque esa noche no supe como terminó la película, las crónicas que transpiraba ese hombre me dejaron 2 inquietudes:
Las ganas de hablar sobre Rafael y la duda de si todos estamos tan jodidos como él, heridos como un putas pero reposaitos disfrutando de la vista.
La noche de cine al aire libre en deseos se veía igual que cada viernes. Los transeúntes que iban de regreso a sus casas paraban un momento, no más de 7 minutos, para enterarse de la película a blanco y negro que se proyectaba en el edificio; cuando habían perdido toda atención en el argumento lento de la misma, seguían su camino hacia el paradero de bus. Unos cuántos que no tenían nada mejor que hacer esa noche - o no querían llegar a casa, como yo- buscaban un lugar cómodo para recostarse sobre sus bolsos convertidos en almohada, y se dejaban envolver en la historia.
Debo confesar que olvidé por completo sobre qué trataba la película, pero es que cuando Rafael llegó cualquier historia ficticia quedó opacada. No sé si se llamaba así, pero algún nombre tenía que darle a esta novela andante, y Rafael es un nombre de personaje lleno de cosas por contar.
Caminaba tambaleante, a paso lento, pero sin ninguna duda. Se sentó justo delante de mí, encorvándose como cuando un niño se sienta a ver caricaturas, tan concentrado que no parecía que notara la sangre que emanaba de una herida horriblemente abierta en su mano derecha. Me quedé observándole intentando procesar su aparición y cuando pensé que no podía ser más interesante, se sacó los zapatos como quien acaba de llegar a casa, construyó una especie de almohada con ellos y se acostó. Puso las manos encima de su pecho y fijó la vista en la pantalla. Y no se volvió a mover.
Esa noche miré varias veces hacia las personas que estaban a mi lado para ver si era la única que lo había notado, pero todos los ojos miraban en otras direcciones. Nunca me atreví a hablarle, así que nunca sabré si fue uno de esos espantos que a veces se me cruzan en la calle, o si los demás simplemente elegían no verlo. Lo cierto es, que aunque esa noche no supe como terminó la película, las crónicas que transpiraba ese hombre me dejaron 2 inquietudes:
Las ganas de hablar sobre Rafael y la duda de si todos estamos tan jodidos como él, heridos como un putas pero reposaitos disfrutando de la vista.
